ENTRENAMIENTO PERSONALLa mejor forma de sacar partido al deporte
Haga un breve repaso de los propósitos que se hizo en Navidad de cara al recién estrenado año. Seguro que entre ellos se encontraba el de hacer ejercicio y es muy probable que, a pesar de lo poco que ha transcurrido, no haya podido cumplirlo por falta de tiempo, ganas o ambas. Quizá ha barajado la posibilidad de recurrir a un entrenador personal, pero ha descartado la idea por considerarlo muy caro o una simple moda importada de EEUU que, a la hora de la verdad, no surte un efecto espectacular. Pues bien, elimine estos conceptos de su mente. Actualmente, en España miles de personas, por motivos diversos, se han decantado por esta manera individualizada de ejercitarse, dadas sus múltiples ventajas. La figura del entrenador personal se ha profesionalizado. Ahora contribuye a que su alumno mejore su salud cardiovascular, pierda peso, prevenga enfermedades, esté más animado, deje de fumar, se alimente mejor y, en definitiva, vaya elevando progresivamente su bienestar y su calidad de vida. El concepto de lo que implica hacer deporte ha sufrido una transformación radical. Si bien hay quien todavía asocia el ejercicio físico al sacrificio, al agotamiento, a las agujetas y a las palizas en el gimnasio, lo cierto es que en los últimos años los usuarios -atenazados por los largos horarios de trabajo, las tareas del hogar, el cuidado de los hijos y otros compromisos- han comenzado a demandar nuevas maneras de mantenerse en forma y de cuidar su salud sin que ello les suponga una pesada carga o una imposición difícil de cumplir. De hecho, la configuración del gimnasio o polideportivo convencional también ha cambiado. La mayoría de estos centros ha incorporado actividades reposadas, aptas para grupos de edad cada vez más amplios, para gente que no ha hecho deporte nunca, ejercicios encaminados a conseguir la relajación del cuerpo y de la mente; así como servicios que se encuentran en sintonía con la dietética, la fisioterapia y la rehabilitación. En definitiva se trata de seguir lo que los especialistas llaman espíritu ‘wellness’ (bienestar en inglés) y acondicionar los recintos para que sean un lugar de esparcimiento donde encontrar una oferta, progresivamente más amplia, de alternativas para cuidarse y sentirse bien. En este contexto ha cobrado fuerza la figura del entrenador personal. «Hace una década éramos pocos y nos conocíamos todos. Ahora, y aunque todavía hay problemas para encontrar entrenadores realmente buenos, el número ha crecido mucho porque también lo ha hecho la demanda», explica Óscar Martín, entrenador personal y director técnico de la cadena Zest Health & Fitness de Madrid. «Cada vez hay más gente que se da cuenta de que esto no es sólo para la elite», corrobora Samuel Brogeras, director gerente de ‘www’.’entrenadorespersonales.com’, una curiosa iniciativa que surgió, según sus palabras, «por la necesidad de ofrecer servicios cada vez más personalizados, que son los que los clientes están demandando». Así, esta empresa se encarga de que el individuo haga ejercicio a la carta y allá donde se encuentre ya que, además, ofrecen servicio a toda la Península. «En un parque cercano al trabajo o a casa, en el propio hogar, en la oficina o donde sea y en el horario que más le convenga», explica Brogeras.
LOS PERFILES
Quizá porque la persona que toma conciencia de que necesita hacer ejercicio es ahora más exigente, la figura del entrenador personal ha experimentado también una clara evolución. Si bien antes se asociaba a la imagen de un hombre musculado pendiente únicamente de ‘machacar’ al alumno con interminables rutinas de ejercicios, actualmente este profesional tiene conocimientos de dietética, fisioterapia y salud que le ayudan a ofrecer una atención más integral. De esta manera, no es extraño que un entrenador personal se ponga en contacto telefónico con su alumno para recordarle tareas que éste tiene que llevar a cabo mientras está de viaje o fuera del horario de entrenamiento; o que le instruya acerca de cuáles son los alimentos más adecuados para ingerir antes o después de las sesiones, así como en su vida cotidiana. Por otra parte, «no somos fisioterapeutas, ni tampoco médicos, pero contribuimos a que los clientes no se lesionen, a que no se agraven viejas dolencias; o a que, por ejemplo, reduzcan su nivel de colesterol», matiza el director técnico del club Zest Health & Fitness. De hecho, en numerosas ocasiones, los profesionales sanitarios trabajan en colaboración con los del deporte para optimizar los resultados que quieren alcanzar con el paciente. «También les vamos animando a que dejen el tabaco, si es que fuman, a que reduzcan su consumo de alcohol, a que mejoren sus patrones de sueño o a que, incluso, cuando hacen excesos, lo hagan con un poco más de conciencia», apostilla Samuel Brogeras. Pero, ¿cuál es el perfil del usuario que se pone en manos de esta especie de ‘Pepitos’ ‘Grillo’ de la actividad física? Pues, según coinciden los expertos a los que ha tenido acceso SALUD, hay de todo. Desde amas de casa que nunca han hecho ejercicio y quieren ponerse en forma, hasta ejecutivos sin apenas tiempo para nada, pasando por enfermos a los que su médico aconseja hacer ejercicio sin demasiadas explicaciones o gente poco constante que no ha conseguido resultados llevando a cabo ejercicio en solitario o en clases colectivas. «Nos encontramos con polos opuestos a diario. Tenemos gente desde veintitantos años hasta usuarios de casi 80. Hay gente con objetivos muy claros y muy poco tiempo libre que necesita rentabilizar las sesiones al máximo y otros que fundamentalmente necesitan asesoramiento sobre cómo entrenarse».
LAS VENTAJAS
El beneficio principal de tener un entrenador personal es precisamente ése: que es personal. «De ahí se derivan todas las demás ventajas que tiene esta modalidad en relación a practicar otros deportes o a acudir a un gimnasio», resume María Giner, entrenadora e instructora de pilates en el club Zest Abasota de Madrid. Por un lado, el aprovechamiento que se obtiene de una clase individual es siempre mayor que el que se logra en una clase colectiva. Así, el alumno nota los efectos mucho antes que con otras modalidades y alcanza los objetivos que se ha propuesto en un plazo menor. «Esto, además, contribuye a sacar la máxima rentabilidad, tanto del tiempo como del dinero que se invierte», subraya Giner. La flexibilidad es otra de las características del entrenamiento personal y, a la vez, uno de los principales motivos de que su demanda vaya en aumento. «Siempre se trata de encajar los horarios y los lugares de entrenamiento, de recuperar las sesiones y de hacer que el cliente entrene», afirma Brogeras. Esto, además, favorece la constancia, el factor clave para que cualquier programa de acondicionamiento físico tenga éxito. Ambas circunstancias van muy ligadas a otra de las ventajas de contar con un entrenador personal y que es la que los profesionales del sector enfatizan: la motivación. «Cuando a cada persona le ofreces una explicación de por qué y para qué hace cada ejercicio, le haces tomar conciencia de su propio cuerpo y sabe la finalidad de cada movimiento, recibe un estímulo muy positivo que le impulsa a continuar», opina María Giner. «El hecho de verse bien en poco tiempo, sobre todo para personas que están desencantadas por haber probado de todo, y la labor de refuerzo que hacemos cuando vemos que el usuario está desganado o trata de buscar un pretexto para no entrenar también contribuye a lograr el éxito», completa Óscar Martín. Otro aspecto esencial que los especialistas destacan es que con los entrenamientos personales el riesgo de lesión es prácticamente nulo; algo que no sucede en las clases convencionales y, sobre todo, en los entrenamientos por cuenta propia. Una encuesta realizada hace unos años por el Centro de Control de Enfermedades estadounidense (CDC, sus siglas en inglés) puso de manifiesto que la incidencia de lesiones derivadas de los ejercicios de musculación había aumentado de manera preocupante (un 35%) en sólo 20 años. Las causas de este incremento, según observaron los responsables del sondeo, eran la realización de los ejercicios con técnicas inadecuadas y sin supervisión de un monitor; así como el llamado síndrome de sobreentrenamiento, una dolencia (normalmente relacionada con los tejidos musculotendinosos) provocada por un exceso de repeticiones en los circuitos con pesas. «Es muy común encontrarnos con gente reacia a hacer deporte por miedo a lesionarse [sobre todo los que no tienen buena forma física] o a resentirse de ‘viejos’ problemas», corrobora Martín. Sin embargo, estos ‘vicios’ no suelen darse si se recurre a un entrenador personal ya que, antes de hacerse cargo de cualquier cliente, el profesional lleva a cabo una exhaustiva entrevista. El objetivo de este ‘interrogatorio’ es encajar horarios y conocer los objetivos que se pretenden alcanzar. «Estableciendo metas realistas, alcanzables a corto plazo, para progresar paulatinamente y sin abandonos», matiza Brogeras. Además, se planifican las primeras sesiones y, sobre todo, se recaban datos acerca del estado de forma actual del usuario, sus preferencias en lo referente a la práctica deportiva y posibles problemas que determinen la conveniencia o no de llevar a cabo ciertos movimientos o deportes. De esta forma, por ejemplo, una persona que haya tenido una lesión en la rodilla deberá tener cuidado al correr y puede que el entrenador opte por hacer ejercicios en la piscina o por montar en bicicleta. «También hay que ser muy cautelosos con las personas que sufren osteoporosis [desmineralización ósea] porque los ejercicios bruscos o con impacto, aunque sea leve, pueden perjudicarles mucho», explica el director técnico de la cadena de gimnasios Zest Abasota’.’ GRUPOS ESPECIALES
Miles de trabajos científicos han demostrado los innumerables beneficios para su salud que cualquier persona sana obtiene si lleva a cabo ejercicio físico de manera más o menos regular. Por otro lado, el deporte también ha mostrado su capacidad para mejorar muchos factores de riesgo asociados a enfermedades ya declaradas (hipertensión arterial, cifras elevadas de lípidos en sangre, resistencia a la insulina y metabolismo de la glucosa…). De hecho, una de las ‘recetas’ que más se ‘extiende’ en las consultas es la de hacer deporte. Sin embargo, las personas que sufren determinadas patologías no lo tienen fácil para acudir a clases colectivas en un gimnasio o en un polideportivo; y mucho menos para entrenarse solos. «No tienen la formación suficiente para saber qué les conviene y qué no y, además, pueden sufrir discapacidades o alteraciones que les dificultan el acceso al ejercicio», admite Brogeras. No obstante, cada vez son más los grupos especiales que se benefician de los servicios de un entrenador ‘a’ ‘medida’. Es el caso de las mujeres embarazadas o las que acaban de dar a luz. El ejercicio les ayuda a dormir mejor, a no engordar demasiado, a recuperar antes la silueta y a evitar trastornos del posparto como la incontinencia urinaria o la lumbalgia. Eso sí, hay ciertas actividades como el aeróbic avanzado o el ciclismo ‘indoor’ [ejercicios sobre bicicleta estática que combinan el trabajo aeróbico, la fuerza y la resistencia] que no son aconsejables en ciertos embarazos o que deben hacerse con sumo cuidado. «La gente con problemas osteoarticulares, con alteraciones de espalda y los que sufren lesiones por malas posturas o movimientos repetitivos también son buenos clientes nuestros», resume Giner. Asimismo, Samuel Brogeras destaca los enormes progresos que un entrenador personal puede obtener trabajando con afectados por enfermedades que provocan espasticidad (rigidez y contracturación constante de músculos y tendones) o deterioro neuromuscular tales como la esclerosis múltiple, la paraparesia espástica o algunas distrofias. «Evidentemente, no curamos la enfermedad de base, pero el ejercicio supervisado contribuye a frenar el deterioro de estas personas y a mantener una buena calidad de vida», insiste este experto. Finalmente, la edad tampoco es un obstáculo para entrenar con un profesional. Es más, los ancianos se ven especialmente beneficiados. Según los especialistas consultados, alejarse del sedentarismo realizando actividades que no impliquen peligro de caerse o hacerse daño contribuye decisivamente a que estos individuos conserven autonomía e, incluso, recuperen parte de la que hayan podido. «Tenemos clientes con visión reducida, incluso invidentes, que se muestran encantados por la posibilidad de mantenerse en forma. Además, nos felicitan porque gracias a ello han ganado seguridad y autoconfianza para desenvolverse en su vida diaria», concluye Martín.
COMO ELEGIR MONITOR
– Debe acreditar su titulación en Ciencias de la Actividad Física y Deporte. Es conveniente que al principio esté supervisado por profesionales veteranos. Toda la formación complementaria contribuirá a ofrecer un mejor servicio.- La entrevista personal es vital. Cuanto más exhaustiva mejor. El entrenador debe conocer horarios, hábitos de vida, alimentación, nivel de forma física, trabajo, gustos, objetivos, condicionantes familiares, patologías, lesiones previas…, para adaptarse por completo al cliente. – El trato debe ser amable y respetuoso. El monitor ha de estar muy pendiente del alumno; dando consejos y corrigiendo fallos. La puntualidad es esencial. – Paulatinamente, y en función de los progresos del usuario, las rutinas de ejercicios deben ir variando para introducir nuevas motivaciones y estímulos. Así se evita el estancamiento. – Asistir a una sesión como ‘espectador’ es útil para elegir entrenador, pero si al cabo de un tiempo ve que sus caracteres no encajan es mejor optar por otro. Ambos se beneficiarán.
Los centros deportivos se esfuerzan por abaratar el coste
Aun reconociendo que tener un entrenador personal ya no es un lujo únicamente al alcance de los ricos, lo cierto es que tampoco es una alternativa a la que puedan optar todos los bolsillos. Por este motivo, las empresas deportivas han ideado toda una suerte de modalidades para captar a una clientela cada vez menos elitista. «El gran crecimiento de la demanda también ha ayudado a rebajar considerablemente el precio», afirma Samuel Brogeras. Además, «incluso los programas de entrenamiento ya pueden financiarse, igual que se hace con un coche o un curso», apostilla Óscar Martín.Y es que una sesión particular con un entrenador personal puede oscilar entre los 25 y los 45 euros (pilates es algo más caro). teniendo en cuenta que el mínimo aceptable que recomiendan los especialistas es dos veces por semana, el presupuesto deportivo se puede disparar en algunos casos. Sin embargo, para la gente que quiera hacerse con los servicios de un entrenador personal a un precio más razonable existen bonos o paquetes que resultan más económicos. Otra forma de no sobrecargar la cartera consiste en juntarse con otras personas y formar un grupo reducido para compartir gastos. Sin embargo, en este caso el usuario debe tener en cuenta que «se pueden reunir de cuatro a seis personas, pero no más porque entonces es imposible estar pendiente de todo con el mismo rigor», explica María Giner. Asimismo, los entrenadores personales consultados por SALUD, recuerdan que para formar grupos no basta con conocerse y tener horarios compatibles. Es decir, los gustos a la hora de practicar deporte deben ser similares, así como los objetivos que se pretendan alcanzar. En cuanto al nivel de forma física, depende de la actividad que se vaya a llevar a cabo. De esta forma, dos personas muy dispares en este sentido sí podrían hacer juntas una clase de pilates, aunque no lo tendrían tan fácil para llevar a cabo una sesión de carrera, acondicionamiento cardiovascular intenso o un circuito de pesas. Otros argumentos que esgrimen los especialistas cuando se plantea la cuestión del desembolso que hay que hacer para tener un entrenador personal son, por ejemplo, que no se pierden clases, como suele ocurrir en los gimnasios y polideportivos. Un entrenador personal siempre trata de adaptarse para dar la clase que se ha programado para un determinado día. Si finalmente no es posible, normalmente se recupera posteriormente sin coste adicional. Tampoco se requiere hacer un gasto en material, ropa, calzado o aparatos que luego quedan arrinconados. «En un espacio mínimo, con sólo una colchoneta, y vestido con ropa cómoda y calcetines se pueden hacer progresos».