Cúanto menos ejercicio, más hambre
La creencia popular de que cuanta más energía se gasta más hambre se tiene puede dejar de tener vigencia. Según un estudio realizado por el departamento de Kinesiología de la Universidad de Massachusetts y de Ciencias Biomédicas de la Universidad de Missouri, las personas que llevan una vida sedentaria no sólo queman menos calorías, sino que tienen más hambre que las que practican actividades moderadas como andar. Para llegar a esa conclusión, los investigadores, liderados por el Dr. Barry Brown, sometieron a seis personas jóvenes, delgadas y en buena forma física -dos mujeres y cuatro hombres- a tres situaciones distintas a lo largo de tres jornadas, después de suministrarles durante varios días una dieta equivalente en calorías al gasto físico realizado. En la primera de las situaciones, los voluntarios se mantuvieron físicamente activos -pero sin realizar ejercicio- durante 12 horas, en las que sólo se les permitió sentarse 10 minutos cada hora e ingirieron un número de calorías equivalente al desgaste energético. Las actividades realizadas incluyeron andar, ordenar papeles, recoger libros y doblar la colada. En la segunda, los jóvenes se mantuvieron inactivos durante 12 horas, hasta el punto de moverse sólo en silla de ruedas, y recibieron las mismas calorías que en el caso anterior, es decir más que las gastadas. La tercera situación consistió en mantenerse inactivo y consumir un número de calorías proporcional. A los voluntarios les fueron entregados cuestionarios sobre su apetito, en los que afirmaron tener más hambre, sentir un mayor deseo de comer y encontrarse menos saciados cuando estaban inactivos. Según el estudio, los resultados sugieren que la inactividad puede aumentar la percepción de hambre y disminuir la de saciedad. Aunque estos resultados aún son preliminares, indican que actividades de baja intensidad como caminar tienen un efecto reductor sobre el apetito, afirma Brown.